lunes, mayo 09, 2011

En busca de la felicidad

He sufrido con esta película. No es un hecho aislado que muchas familias se están viendo abocadas a la misma situación que este padre. He visto el filme con la tristeza de saber que muchos padres y madres se han sentido reflejados en el papel del protagonista. Promesas de empleo, timos, malas épocas que nunca llegan a su fin, más allá de eso, cada vez más atrapados en la miseria de un mundo injusto donde sólo se enriquecen unos pocos y el resto de la sociedad tenemos que pagar los platos rotos. La pobreza, el hambre, no es un pronóstico de agoreros, sino que es ya una realidad en muchos países, entre ellos el nuestro. Los sintecho no son ahora en 2011 pobres desgraciados que han caído en el abismo del alcohol o de la droga, son gente normal y corriente, sin vicios más lejanos que pagar las facturas y alimentarse cada día. Era lo poquito que tenían. Hoy también han perdido eso.

Viendo en Busca de la Felicidad hay dos detalles que me han dejado...no sé si perpleja sería la definición adecuada porque como sabéis siempre he renegado de la condición egoísta de algunas de las de mi especie. Sé que hay mujeres egoístas, egocéntricas, creídas, altaneras. Lo sé también como sé que me criticaréis por pensar así de las de mi propio género. Pero así es, y lo sé porque las he conocido. Por supuesto que también hay hombres malvados y demoníacos, pero eso ya es un hecho aceptado, mientras que la moda se basa en defender a la mujer por encima de cualquier cosa. Una vez más, y que conste que no es por rebeldía, me siento obligada a llevar la contrario, a salirme del tiesto de lo común. Que la mujer de Will Smith en la película le abandone porque se ha quedado sin trabajo no puedo entenderlo. Los siento, pero no puedo. Va contra mi propia naturaleza aceptar que eso sea algo natural. Así como tampoco entiendo que abandone a su familia en ese situación sencillamente porque la señora "Ya no es feliz". Como si el resto de los mortales no tuviésemos también a lo largo de nuestras vidas muchos momentos de infelicidad. Bonita excusa, bonita manera de pensar. Tan bonita que por un momento me ha dado envidia. Ójala yo pudiera defender con tanto coraje e impasividad como ella la búsqueda de mi felicidad. Pero esa envidia se me ha pasado en seguida, en cuanto he comprobado con desolación que esa mujer tan independiente, moderna y liberada no sólo ha renunciado a su carga de apoyar al marido, sino que ni siquiera se ha preocupado en toda la película de averiguar si su hijo tiene un techo y un plato de comida. Bastante ocupada debía estar buscando su felicidad. Que ya se sabe que la ocupación quita espacio a la preocupación. Me repito de nuevo la pregunta que tantas veces he formulado en este espacio: ¿Cómo es tan fácil abandonar? Me maravilla la manera en que algunas mujeres se libran de sufrir por amor: simplemente se van. Como si la distancia fuera obstáculo para el corazón.

Pero sólo era una película y al final, el protagonista sí que encuentra su felicidad: una felicidad en forma de empleo. La felicidad con la que muchas familias sueñan detrás de la pantalla. Lástima que en la vida real no tengamos un guionista que nos escriba finales felices para todos nosotros. Sólo es cine.

P.D: Eso sí, y para consuelo mío y del protagonista, la mujer liberada ya no regresa a aguarles la fiesta. En las buenas y en las malas, la felicidad que sea para el que se la trabaja. Bien por Will y su hijo.