Cabalgata de Reyes
Otro de los detalles que más me emocionan de la Navidad, es el gesto que tienen las Cabalgatas de Reyes nada más poner pie en la calle: el primer puñado de caramelos se lanza al cielo en honor de los que se fueron, de aquéllos que nos ven desde lo más alto. Se puede decir que todo, desde que comienzan a adornarse las calles hasta que te acuestas la noche del 6 de enero, logra ponerme los vellos de punta. ¿Lo triste? También hay. Pensar en todas las personas (en mi caso, no sólo las personas, los seres, en general) que duermen al raso, sin cena ni comida, ni villancicos, en todos los que celebran las fiestas acompañados por la enfermedad o la desgracia. Sí, ya lo he dicho alguna vez, tengo un corazón demasiado sensible, no me considero buena persona por ello, ni hago alarde de nada. Sobre todo porque sé que tampoco paso a la acción y hago cuanto pudiera estar en mi mano para remediarlo. Entonces de poco sirven los sentimientos. Pero reconoco que son tan molestos, tener la sensibilidad tan extrema es algo horrible, sufres, por cualquier cosa, en un momento en que deberías pasarlo bien y tú estás siempre con una parte de tí en otro lugar, acordándote de quienes nadie se acuerda. Y también es algo nocivo para tí, al final, en determinadas circunstancias, con tal de que no sufran otros, eres tú quien acaba soportando todo el peso. Eso ya no es ser bueno, es ser tonto! Pero tonto de remate. En fin, que lamentablemente :( ya se acabó la Navidad. Mañana vuelta a la rutina, ya no valen las excusas. ¿O tal vez...valen ahora más que nunca? ;) De alguna manera habrá que consolarse!
En Puerto Rico creo que las fiestas duran todavía hasta final de mes, si nos trasladamos mentalmente hasta allí...Jajaja. Imaginación al poder!! :)
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