Bajo las estrellas (II parte)
Son las 00:00h. Estoy recostada sobre la cama, delante mía tengo abierto por la página 26 el último libro que estoy leyendo "Los ojos de la oscuridad" de Dean R. Koontz. Llevo casi diez minutos parada en ésta página, mis ojos se han paseado ya por entre estos mismos renglones en más de ¿2,3 ?ocasiones, se han detenido en sus líneas repetidas veces. Sin embargo y, a pesar de que como ocurre en la mayoría de los libros recién empezados aún no está demasiado interesante, el motivo que me impide concentrarme en la lectura es otro. Ni siquiera el hiriente comentario en la mañana de una vieja conocida de mi madre logra perturbarme hoy. (cierto es que luego sus múltiples piropos posteriores tendrían que hacer que me sintiera estupendamente, pero hay frases que una vez dichas tienen demasiado peso para poderse borrar aunque se digan sin mala intención). Hoy lo que me preocupa es otra cosa. Miro el reloj, los minutos pasan tan despacio. Miro el calendario, en un deseo de que transcurran los días, de que vuelen las horas, de que lo pases bien. De que transcurran a un ritmo idóneo para que disfrutes al máximo pero no te canses. Vuelvo a tratar de entender lo que leo y poder por fin avanzar las hojas, lo consigo. Se va la luz. Busco la linterna. Todos los edificios de la zona se quedan a oscuras. Me asomo a la ventana, la luz del cielo es muy clara, suficiente para iluminar por sí sola la calle. Resulta muy agradable y ellas, las estrellas, también están ahí, hoy descubro hasta tres diferentes. Con la licencia soñadora que me otorga la noche, lanzo al cielo mi petición: qué tú estés bien, solo eso. Podría escuchar la radio, pero probablemente pondrán alguna de esas canciones que, de haberlas escrito yo, de seguro llevarían tu nombre. Y pienso y, por momentos, me río al recordarlo: en las ganas que tengo de que llegue una fecha determinada para que puedas descansar, a pesar de que el comienzo de tus vacaciones implique el fin total de las mías, aunque ello me suponga tal vez estar varias semanas sin verte. En cómo tiemblo en estos días si veo aparecer una nube en el cielo, temiendo porque estés bien, sintiendo mi piel más sensible que nunca al frío, convirtiéndome en más experta en mapas y metereología que el propio "hombre del tiempo", sólo deseándote que tengas una buena jornada cada día. Todo ello, a pesar de que la lluvia y el frío siempre me hayan gustado más que el verano y el sol. Recuerdo también cómo llegué a cocinar, un cierto día, un pastel para tí, aún sabiendo que nunca llegarías a probarlo y sin tener mucha idea de repostería, pastel que con cada ingrediente fui bautizando con tu nombre. En cómo me gustaría que compartiéramos unas horas más tarde ese plato de pasta que sé que tanto te gusta, o un croissant de chocolate. En cómo ciertos proyectos tuyos los viví y los vivo con los mismos nervios y el mismo cosquilleo que si fueran proyectos míos. En cómo te espero con ansias para intentar deducir de tus gestos si estás a gusto y cómo luego suspiro tranquila si ríes o no hago más que darle vueltas si me pareció verte cansado. Vuelve la luz. Son las 00:40. Casi me da pena, estaba tan a gusto conversando con las estrellas. Minutos después vuelve a producirse el apagagón, esta vez sólo durante unos segundos pero vuelve a irse por tercera vez minutos después. Me pregunto:- ¿qué estará pasando?. De nuevo se ilumina con gran potencia la estancia, con tal fuerza que incluso molesta a los ojos. Apago la luz y me acuesto. Me pregunto:-¿Cómo puede una persona preocuparse por alguien que no es nada suyo?, me lo repito mil veces, la considero una pregunta de lo más coherente. Pero por coherente, lógica y real que sea, no puedo evitarlo.
(...)
Ójala pudiera controlar mis sueños pero no puedo y ésta noche no soñé contigo. La verdad es que fue un sueño lleno de inquietud, no por tí. De estos sueños absurdos pero inquietante. Lo que si recuerdo, es que en una de las fases del sueño, me tendiste tu mano. Recuerdo perfectamente tu mano abierta y cómo yo te la agarraba con fuerzas. Sólo tu mano, pero su calor, su tacto, me son suficientes.
3 comentarios:
Joder, si esa persona y tú llegais a estar juntos algún día, cuanto sepa todo lo que le quieres, te amará hasta la muerte...
Qué bonito el post Terry! Que bien reflejas en él esos sentimientos. Me siento muy identificada.
Besos
P.D. También me gustan más el frío y la lluvia : ) Cuando llueve, una gran cantidad de recuerdos y sensaciones se pasean por mi mente, sobretodo en el pueblo en plena naturaleza, es algo dificil de explicar con palabras
Fand, Susana, gracias por pasarse por el blog y muchas gracias por vuestras palabras. Me alegra que os guste.
Fand, ójala las cosas fueran tan sencillas.¿verdad?.
Abrazos fuertes para ambas.
Teresa
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