Frente al mar.
El mar. Observar el mar es algo así como observar tu propia mente, tu propia alma. Ambos tienen en común la inmensidad, el desconcierto, la calma, la bravura, el misterio. Me siento frente al mar. No hace excesivo calor, sino una combinación perfecta de sol y brisa fresca, por momentos incluso llego a tener frío y por momentos el sol quema, pero ambos momentos se alternan de buena manera. Esto de ir a la playa casi en cotubre tiene sus ventajas: no hay tanta aglomeración de gente, no hace tanta calor y, sí te arriesgas a que haga mal tiempo pero como a mí me gusta la playa más en invierno que en verano pues no hay problema. Nada más llegar, observo un grupo de gente, al lado de un muchacho, un cachorro de perro duerme arropado por las caricias de su amo, esto me alegra. Comprendo que estén prohibidos los animales por el peligro de que ataquen y de que ensucien, pero llevo años encontrándome perros en esta playa a pesar de su prohibición y nunca han dado problemas, todo lo contario, sólo juegan corriendo tras las olas y descansan al lado de su dueño. Hoy aún no he visto a nadie en ala-delta, ¡qué extraño!. Suelo llevo un libro y hojas para escribir, siempre olvido que con el espectáculo que te ofrece el mar es más que suficiente, todo lo demás sobra. En un chiringuito situado a unos metros a mis espaldas, suena Antonio Carmona con su "No pierdas la esperanza". Qué curioso que siempre que estoy viviendo un momento agradable suena ésta canción.
Sonrío. ¡Qué maravilla!. ¿Dije yo que no me gusta el flamenco?. Me equivoqué. Lo que me cuesta esfuerzo soportar es el flamenco que se presenta a los extranjeros como "tipical spanish", pero escuchar grupos como Antonio Carmona, Flameando,etc es un puro placer. Delante mía, hay una pareja de unos 50 años . Él alto y con el pelo canoso; ella gordita, con la piel muy clarita, pelirroja. Ambos permanecen en la orilla, cogidos de la mano, regresan, él coge el teléfono móvil y la fotografía con cariño. Esta visión de los dos enamorados es una escena digna de admirar,como otras tantas escenas que mi mente ha ido creando referente a tí a los largo del recorrido, por cada rincón, en cada paisaje. Como aquélla en la aldea junto a la tienda de sombreros de los que tú seguro te habrías probado más de uno aún quedándote horrible sólo para hacerme reir, y aquél que yo habría elegido porque sí te iba a quedar bien. O aquélla en la que no me cabe duda te apresurarías a coger una cámara de foto de juguete evocando dulces recuerdos de tu niñez (y de la mía). O aquélla en la que insistirías en fotografiarnos junto a la estatua del caballo o la figura de bronce del jabalí, o los ciervos. Y en tantas y tantas fotografías que entre risas compartiríamos. O aquélla esquinita a la que te empujaría para darte un beso y tratar de atraparte en un fuerte abrazo. Los rayos del sol reflejados sobre el mar se asemejan a espejos que me devuelven la imagen de tu mirada. El rumor de las aguas quiere traerme el eco de tu risa. Escribo tu nombre en la arena. En la misma arena en la que podría construir un castillo sólo para tí, mi príncipe. ¿Sabes?, jamás creí en cuentos de hadas. Curiosamente, vuelve a sonar por segunda vez consecutiva la canción de Carmona y, resulta paradójico cómo retumba en el estribillo, con énfasis, casi como si se hubiera rayado la cinta justo ahí en las siguientes palabras:
"No pierdas la esperanza porque llegará, llegará".
Es imposible no volver a sonreir. Una gaviota vuela hasta perderse como un punto en el azul del cielo. ¡Quién tuviera alas!Aunque bueno, también es cierto que tienen alas los sueños. Me despido con una ligera pero profunda mirada al mar, me despido de ella, no sin antes dejar marcadas mis huellas en la orilla, en un anhelo porque sus olas me lleven a tu lado... algún día.
Un paseo por el pueblo, tantas cosas que admirar, tantas aventuras que sin duda te inventarías entre sus parques, en la plaza.
Ya de vuelta, en el coche tarareo distintas canciones, de las cuales en realidad sólo se me tal vez el estribillo o un par de líneas. Intento emular a Whitney Houston(que me perdone Whitney). Luego a otros, así un buen rato, vamos casi todo el camino: Amaral, Maná, alguna de Ariel Rot, Fito y los fitipaldis. Y vuelvo a repetir las mismas de nuevo. Entre ellas "Te necesito" de Amaral. Cuando llego a la parte de "Sin tí no soy nada", me río y bromeo como si estuvieras a mi lado: "Sin tí no soy nada no,eh?!. Yo valgo mucho. Pero ¡ójala estuvieras aquí!.
5 comentarios:
Hola Terry, es increible, pero hoy he hecho lo mismo que tu, dia de playa, poca gente en ella, dia precioso, sin mucho calor, tirado en la arena meditaba mirando el mar,y pensaba que falta un mundo para el próximo verano, y ya de vuelta escuchaba a Amaral,Maná, Camela etc.
Bonita coincidencia, porque aunque no te conozco en persona, me imagino como eres, y me caes bien.
Apertas desde..............
El MAR es un elemento que da para escribir largo y tendido.
Esto que voy a escribir es un homenaje a los gallegos. ¿Alguna vez se sentaron en el paseo marítimo de Coruña, frente al mar en un atardecer?. Y si lo hicieron . ¿Se pusieron alguna vez a mirar como se ve la luz, como refleja la farola su luz en el mar?. ¿Se dan cuenta de lo que tienen enfrente?. ¡Su grandiosidad!.
¿Se hicieron alguna pregunta?. ¿Le preguntaron algo al agua del mar?.
Es algo majestuoso ver la ola subir y por encima, la espuma blanca saltar.
Te pusiste a pensar como se hunde en el agua esa luz del color del cristal, que surgió cuando el sol escondió su gran fuego rojo. Cuando empezó a cambiar el azul del cielo y una estrella se puso a mirar de reojo.
Tímidamente apareció una cola de luz, la luz de un cometa que observó la transformación y se fue a avisar a los elementos de la noche.
Entre la luna, las estrellas, satélites y algún cometa que pasó veloz, cubrieron el cielo. Tejieron una cortina de seda para que fuera suave la senda que siguiera esa ¿estrella?, que nos sirviera de guía en nuestro soñar y que sea capaz de dibujar un camino por el que todos podamos caminar.
Por ese camino podríamos pasear nuestro sueño del brazo de una sirena que nos susurre al oído un cantar, que suene con una voz sensiblera que nadie nos quiso pintar, porque es difícil pintar una voz; pero el alma y la mente se empeñan en poder y querer expresar.
¿Algún día existirá un pintor que pinte lo sensiblero?. ¿Algún día llegará que esa sirena nos pueda pasear por encima del vaivén de las olas, para que podamos ver reflejado en él nuestro hogar?. Aquel otro hogar en el que puso tejado y pilares la espuma que sobra y que falta en ese su lindo mar, y que configuró nuestra vida en aquel mundo que está lejos, fuera del más allá.
Ustedes ven ¡como se mueve la luz según el vaivén del agua del mar?.
Cuando te encuentres sola, muy sola; triste, muy triste la puedes imaginar linda y radiante. Escucha entonces, bajito, en tu oído, el sonar de la caracola que dejó a tus pies el arrullo del agua al jugar con la arena del fondo del mar.
El que sepa escuchar ese arrullo, puede enlazar con el canto de la sirena y así sabrá contemplar como baila la luz en el agua: "como baila la luz en el agua del mar".
Y por si aún no lo ven, yo les puedo un poquito ayudar, poniéndoles delante color y pinceles, y el resto... ¿Por qué no se ponen a imaginar?.
El pincel, de su estuche lo pueden sacar. Y el color está en el planeta, en el sol, en el cielo y en el verde de su lugar. Pónganlo todo junto y así verán como a la vida casi no se le debería tocar, porque tiene los ingredientes justos como para por ella poder facílmente caminar.
Y si no se lo creen, solo tienen que sentarse y preguntar: ¿Y a quién pregunto?. A la luz y a la sirena del mar, que no hicieron una casa grande, pero tienen toda la grandeza que les quiere poner delante su amigo, ese que nosotros llamamos: "EL ANCHO MAR".
UNA LUZ EN EL MAR
Una luz blanca en el mar
se reflejaba burlona,
le hablaba al anochecer
con una voz fantasiosa.
Luego se hundía en el agua
y se ponía tristona,
una estrella la arropaba
y un cometa vio su cola.
Una cola que fue estela
de una sirena curiosa,
que buscaba a su pintor
¡píntale una caracola!.
Y el pintor pintó el hogar
de la sirena curiosa,
con pinceles y colores
que sacó de su tumbona.
Y todo se juntó al fin
la sirena casi boba,
se quedó mirando al mar
y un guiño le hizo una ola.
¡Otra vez escribí un testamento!. ¡No tengo arreglo!. Perdón, perdón, `perdón...
Fdo: AIRELIBRE
24 Septiembre 2007
Valiente valiente Terry...
Un abrazísimo!
Es un lujo tener artistas como vosotros por aquí.
AIRELIBRE, gracias por dedicar tu tiempo a pasar por este blog y deleitarnos con tus escritos, de verdad, es un gustazo.
Manu, se ve que pasaste un buen día, me alegro. Imagino que estuviste por playas de Galicia, creo que AIRELIBRE ha resumido todo lo que yo te podría decir y más.No he ido a Galicia aún , pero es una tierra que estoy segura de que tiene que ser encantadora. Y su gente no digamos.
Fand, ¿a qué viene ese comentario??,jajaja. Un abrazote!!!.
Terry
¡Me permitís dos cositas sobre la playa?...
"La playa es un descanso del mar". Ustedes se imaginan una playa llena, llenita de arena, encima de ella el sol y debajo, montones y montones de luciérnagas que la protegen en las noches oscuras, y la cuidan de las mareas.
El sol seca la arena. La calienta y la pone tibia para que sus piedrecillas jueguen con ella. Sus rayos llaman a las caracolas para que despierten y limpien su oído con la sal que les dejó la marea. Para que con su sonar, jueguen los niños y oigan lo que les tiene que contar la sirena.
Debajo, montones y montones de luciérnagas la iluminan de noche para que no tenga miedo la arena. Para que salte y juegue con las estrellas. Para que forme un mullido colchón, por si la luna quiere, un ratito, descansar en ella.
El mar siguió su camino, ancho y grande como el Universo, viendo como bailaban las olas y como las olas le contaban por miles las "farolas" del firmamento.
Y en ese ir y venir. Y en ese mirar y cantar, se torpezó con la arena, y cuando se quiso dar cuenta, estaba frente a la playa que lo miraba sonriente.
El mar era educado y ante el espectáculo, no se atrevió a mojar ni una piedra. El agua se quedó en lo alto, en la cresta mayor de la última ola, porque vio el tul de la luna que relucía en la playa, tapando la sirena.
Pero el agua estaba cansada. Así que el mar pidió permiso a la arena y las caracolas le ayudaron a bajar y a ir poniendo, primero la espuma y luego el agua, no se fueran a apagar las luciérnagas.
El mar convenció a la arena, a las luciérnagas, al sol y a aquien hubiere lugar, para que descansara allí su agua, y para que su agua le pudiera cuidar, las paredes de aquella su casa, que él se imaginaba de puro y fino cristal.
Desde entonces viven juntos, el agua, la playa, las caracolas y la sirena del mar.
Las olas son la pareja de la sirena que le invitan a bailar el vals. Vals que entonan las caracolas y, con su melodía hacen soñar a las luciérnagas , que con su luz, iluminan la noche que se cuela por entre la arena y despistan así a las "farolas" del mar.
Todo este juego lo aprovechó la espuma, que cansada de tanto ajetreo, pidió permiso al sol, y en su arena caliente se posó, extendió sus brazos enormes y en ellos reposó toda el agua del mar. Espuma y agua descansan y tranquilizan al sol, que en definitiva, es el que pone caliente y brillante la arena.
ARABESCOS Y SAL
El mar se buscó un remanso
para poder descansar,
el agua pidió permiso
para un poquito parar.
La arena puso un colchón
caliente para soñar,
la espuma formó arabescos
que almidonaba la sal.
Besos para todos por aguantarme; un montón.
Fdo: AIRELIBRE
26 Septiembre 2007
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