Bajo las estrellas

¿Quién no se ha quedado alguna noche mirando atónito las estrellas?. Yo, donde vivo no tengo muchas posibilidades de contemplar un espectáculo grande, pero hay dos estrellas que se asoman cada noche al pequeño pedacito de cielo que deja ver mi ventana. Una de ellas es un punto grande y luminoso, la otra hay que esforzarse para descubrirlo y se pierde a la vista con facilidad. Me gusta la noche. Pasamos muy buenos ratos las estrellas y yo. También los hay tristes. Me siento bajo la ventana, observo el firmamento y pienso en tí. Te recuerdo. Ahora que nadie nos mira, ahora que nadie nos escucha. Ahora que la ciudad duerme y a nadie ofende lo que pueda sentir. Como si la oscuridad de la noche cayera como una careta sobre mí liberándome del pudor. O mejor, como si cayera sobre ellos vendándole los ojos y yo, entonces sí que me siento más libre, con el mundo por unas horas solo para mí. Como si el mundo me djera: -Ahora, vamos,¡grítalo!, nadie te ve, nadie te escucha,¡grítalo!. Sin palabras, aveces no hacen falta. Cierro los ojos, y te veo. Me pregunto,¿cómo estarás?,¿estarás dormido?,¿estarás despierto aún?. Quizás se me escape alguna lágrima, sólo quizás. Pero aún así, el frescor de la noche parece secar de una leve caricia mis mejillas. Las estrellas parecen hacerme un guiño e invitarme a soñar con un "a veces lo imposible se hace posible". Recuerdo tu sonrisa y sonrío, es como si la propia luz de los astros penetrara en mi corazón y me indicara un camino real hacia mis sueños, aunque en el fondo sé que esta realidad no durará más allá del amanecer.

Miro tu fotografía y vuelvo a sonreir. Cómo no hacerlo. Es tarde, me acuesto. Con tu fotografía pegada a mi pecho naufrago de nuevo en el mar de tus recuerdos, con oleaje que me trae la felicidad de tu sonrisa y de tus ojos enredada en una nueva ola que nace en la tristeza de tenerte lejos y, otra creciente ola que me regala la paz de saber que, al menos, estás bien. Y voy quedándome semidormida. Y, en ocasiones, te sueño. Son sueños tan vívidos que casi puedo escuchar tu respiración, casi puedo sentir tus latidos. Y en varias ocasiones me despierto, siempre con tu nombre en mis labios. Preguntándome qué será de tí, si estarás teniendo un buen descanso y, en esas circunstancias que si pudiera querría cambiar pero no están a mi alcance. Y, en ese estado semidespierta-semidormida casi noto el roce de tu mano sobre mi brazo incitándome a que te siga soñando. Y más despierta que dormida continúo soñándote.

Suena el despertador, me despierto. Y, en esos crueles minutos en que la mañana me despoja de tí, rememoro las horas y me asombro comprobando la cantidad de veces que tras despertarme te he seguido soñando. Ello me permite aferrarme ilusamente a la idea de que tal vez los sueños no sean sino un mundo paralelo que tú y yo compartimos. Sale el sol, la cordura va haciendo acto de presencia en mí. Es algo triste...pero al menos siempre nos quedarán los sueños.
PD: A ver si aprendo a poner música directa al blog. Para hoy "Bendita tu luz", de Maná.