8:10 de la mañana. Interior del coche. Pongo la radio, escucho a Carlos Herrera. No quiero poner música porque entonces querré cantar y hoy no puedo. A medida que avanzaba la noche he ido notando cómo mi garganta se iba agarrotando cada vez más, al levantarme casi ni podía hablar.
8:55 Valentín nos regala a todos unos dulces (caramelos) típicos de su país, de Alemania. Minutos más tarde, llega Jose Luis con una tarta enorme para celebrar con nosotros el cumpleaños de su hija. Jose Luis tiene 58 años y, aunque en ocasiones por su forma de ser resulta un poco "inoportuno", también tiene su historia. Soy de las que piensan que todas las personas que pasan por nuestra vida nos aportan algo. Y hay gente como Alberto, como Jose Luis, como don Manuel Ramírez, como mi abuela, como Ramona, como Constantino y una larga lista de nombres, cuya aportación es innegable. Hoy y estos días son de almuerzos, de cenas en común, de saludos más afectuosos, de felicitaciones, de buenos deseos, de ánimos.
13:25 h: paseo por el mercadillo de belenes, villancicos de fondo. Paseo por la Feria de la Solidaridad. Grupo de niños cantando, gente paseando con la ilusión de encontrar un regalo para ese alguien tan especial, para su hijo, para su nieto, para su pareja. Músicos que, esta vez, entonan ritmos navideños.
13:45h: llego a la calle Cuna. Allí descubro algo terrible. Una tienda de accesorios para bebés y niños pequeños que me alegraba nada más verla, que estaba allí recuerdo desde que yo tenía edad para usar sus muebles hasta que tuve edad para comprarles a mis hijos, ha desaparecido. En su lugar hay una tienda de decoración que, por el aspecto tan lujoso de su exterior, dudo mucho que yo vaya a entrar allí demasiadas veces. Qué horror!.
Paso junto al centro comercial, y los villancicos resuenan por el pasillo adecuado para el Belén. El gran abeto junto al ayuntamiento, las tiendas haciendo su agosto.
Sí, la Navidad ya está aquí.