El mejor purgante: un enemigo
Cuenta la tradición sufí que un rey enfermo mandó llamar a un médico sabio para que le curase. El médico no quería ir, pero los soldados del rey lo llevaron por la fuerza y lo condujeron al castillo. El rey pidió al médico que le curase de una extraña parálisis y le advirtió que, si no lo hacía, haría que lo mataran. El médico respondió: "Para tratarte necesito estar a solas contigo". El rey ordenó que se retirara todo el mundo de la estancia. A continuación, el médico sacó un puñal de su zurrón y proclamó: "Ahora voy a vengarme de tí por haberme amenazado de muerte". Se abalanzó sobre el rey y éste, olvidando su enfermedad dió un salto y echó a correr por la sala para escapar de la supuesta furia del médico. Éste logró escapar del castilloperseguido por los guardias, mientras el rey seguía sin caer en la cuenta de que se había curado su parálisis del único modo efectivo posible.
Moraleja: Todos necesitamos métodos radicales para liberarnos de nuestras "extrañas parálisis". La cuestión no es si nuestros enemigos exteriores saben o les importa lo que nos están enseñando. Su presencia puede llegar a ser un bálsamo curativo, con independencia de sus intenciones.
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