No sé qué es lo que me ocurría ayer, no sé si sería un problema de la vista. Cuando salí de regreso a casa por la noche, sobre las 21h, aún no había oscurecido y comencé ver el mundo en colores. Distinguí multitud de tonalidades, el verde de las hojas de los arbustos, el morado de sus flores, el amarillo albero de la arena, el celeste del cielo, el grisáceo de la luna apareciendo a la noche. Cada color a su vez se dividía en otros colores. Todos hermosos. Mis percepciones estaban más afinadas que nunca ayer. Y así siguen hoy. El Secreto de la vida parece consistir, afirman algunos, en sonreir y agradecer a cada momento, pues esto atrae más motivos para seguir sonriendo y agradeciendo. No sé si podré mantener la sonrisa por mucho más tiempo, espero que sí. Pero me surgió el primer motivo y mientras las fuerzas no me flaqueen, haré todo lo posible por no dejar escapar esta sonrisa, pase lo que pase. En un diálogo de la Celestina, entre Calixto y Sempronio, hablan de que llorar no soluciona y en todo caso, si llorando se arreglaran las cosas, tal sería nuesra alegría que nos sería imposibles soltar lágrimas. La Celestina no me gusta demasiado, la vieja alcahueta siempre me ha caido fatal. De todos modos la enseñanza es lo que importa. Y aquí si se trata de una sonrisa pues mucho mejor,¿No?
:)

Ets lo millor que m´ha passat en la vida. Gràcies amor meu.